Apareció un día cualquiera,
así como si nada,
sin que nadie lo supiera.
Llegó con su magia y encanto,
lleno de alegría, esperanzas y en su mundo de fantasía.
Caballero andante, aún no entiendo el camino.
¿Tan duro le pegó la vida?
Qué quedó sin rumbo fijo,
y en un mundo de ilusiones y un camino errante.
Admiro la magia de su encanto,
más aún es doloroso notar,
que todo es una fantasía.
Todavía le queda algo de niño,
será que algo lo dejó vacío,
o quizás, lo dejó sin destino.
Parece el rayo de sol, que aparece en el diluvio,
trayendo calor y armonía,
cuando uno creía que ya estaba perdido.
Que alguien lo descubra, lo despierte,
lo saque de ese mundo,
ya muerto hace rato, fallecido e inerte.
Lo veo siempre por la vida,
vendiendo ilusiones a quien las necesite,
como a un mimo, tratando de sonreírle a la misma,
y sobre todo a la suya,
cual aparenta haber sido una mala jugada,
sucia y sobre todo una ironía.
Viste siempre con su traje de coraza,
que lo protege durante todas sus salidas.
Sorprendida, un día lo vi sin su ropaje,
y noté que sólo vestía hermosas prendas de ternura,
calidez, humildad y sobre todo... soledad.
Asustado por mi descubrimiento,
corrió a refugiarse en su ropa.
Se sentía desnudo, se hallaba indefenso.
Caballero andante, deje su coraza de lado,
quite sus fantasías, una a una a un costado.
Abra los ojos y el corazón a la vida,
que el camino recién comienza.
Pues no está sólo en el rumbo,
porque a su lado en compañía,
junto a usted va una amiga.
Sonia. Viviana. Lacanette.
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