Empacaste tus maletas imaginarias,
te transportarte en tu mente hacia nuevos horizontes.
Te trasladaste hacia las montañas....
subiste a la cima más alta.
Tus ojos comenzaron a forman nuevos tintes,
en tu mirada, y comenzaste a sentir alivio,
al desahogar lo que muy adentro llevabas.
Gritaste a los cuatro vientos,
todo lo que sentías,
tus dos verdades que estaban muy guardadas.
¡Que alivio que sentiste!
En aquel momento tan tuyo, tan sublime.
Solo vos sabrás el porque de tanto tiempo
de silencio, de letargo en tu dolor,
que muy adentro estaba.
¿Era tan difícil sacarte semejante carga de encima?
¿No es ahora todo más fácil, que te quitaste una cruz,
muy pesada que venías cargando durante tantos años?
Lograste hablarlo, aunque sea con vos mismo.
Te diste cuenta que la vida continúa,
siempre algo nuevo,
te deparará, aunque hayas estado enceguecido
con el tiempo, con los años,
con eso que tanto te lastimaba,
y no sabías a quien confesarlo.
Bajaste de la cima...te trasladaste hacia el mar.
Caminaste durante largo tiempo,
apreciando el sonido de las olas,
de la brisa que golpeaba en tu cara.
Y en la comisura de tus labios,
nuevamente apareció esa sonrisa,
hacía mucho, estaba tan escondida.
En tus ojos, ese brillo especial,
volvió a aparecer.
Ahora te sientes libre,
porque al fin dejaste de enmudecer,
le encuentras nuevos sentido a la vida.
¡Ya que al fin te pudiste desahogar!
Sonia Viviana Lacanette
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